Los que esto leéis, quizá no necesitéis una definición del juego o de los juguetes y sepáis los valores intrínsecos que tienen como mediadores de nuestro crecimiento y para nuestras relaciones interpersonales.

Sin embargo, me gustaría sólo recordar que jugar es un acto voluntario y debe ser ante todo, divertido, cuyo fin no es otro que el mero disfrute y pasatiempo. Sirve para aprender y experimentar, y si se realiza en grupo, además sirve para mediar en el establecimiento de vínculos afectivos. Nos desarrolla física, psíquica y mentalmente. Pero el juego es, sobre todo, magia. Con o sin «objetos» de juego, su existencia es inmemorial; participa, y lo ha hecho desde siempre, en nuestra historia, individual y colectiva. Además sirve para transmitir nuestro patrimonio y referencias culturales.

Si dejamos de jugar, poco a poco perderemos nuestra propia identidad (nuevamente, tanto personal como colectiva)…

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