Tus hijos no son tus hijos, son hijos e hijas de la vida, deseosa de sí misma
No vienen de tí, sino a través de tí y, aunque estén contigo, no te pertenecen
Puedes darles tu amor, pero no tus pensamientos, pues ellos tienen sus propios pensamientos
Puedes abrigar sus cuerpos, pero no sus almas, porque ellas viven en la casa del mañana, que no puedes visitar ni siquiera en sueños.
Puedes esforzarte en ser como ellos, pero no procures hacerlos semejantes a tí, porque la vida no retrocede ni se detiene en el ayer
Tú eres el arco del cual tus hijos, como flechas vivas son lanzados.
Deja que la inclinación en tu mano de arquero, sea para la felicidad