El taller lo impartió JULLY RODRÍGUEZ. Es pedagoga, musicoterapeuta, experta en Mindfulness y profesora del Método Feldenkrais. Actualmente está enfocada en el ámbito del desarrollo humano con personas de distintas edades
La atención es la puerta de entrada de cualquier aprendizaje, y esto ocurre también en el aprendizaje de la inteligencia emocional.
Mindfulness o Atención plena es una práctica contemplativa que tiene su origen en las tradiciones de meditación orientales. Estas prácticas han sido adaptadas al ámbito de la salud John Kabbat Zinn mediante el Programa MBSR y por otros investigadores. En el ámbito de la educación han ido apareciendo diversas propuestas de manera progresiva en los últimos años y un creciente interés en la comunidad educativa, como muestra el II Congreso de mindfulness en la educación que se realizará el próximo mes de abril en Zaragoza.
La práctica de Mindfulness atiende a la exploración personal y el autoconocimiento partiendo de tres grandes preguntas que están en continua reflexión a lo largo de nuestra vida: ¿quién soy?, ¿qué hago? y ¿hacia dónde voy?
Mediante un proceso progresivo la práctica de mindfulness nos posibilita centrar la atención en nuestros sentidos, en las sensaciones corporales, los estados de ánimo, los contenidos mentales… Este aprendizaje nos propone entrar en contacto con nosotros mismos dándonos la oportunidad de percibirnos, de darnos cuenta de lo que nos ocurre en relación con nosotros mismos y con el entorno. Y también nos da la posibilidad de adquirir la capacidad de reflexionar y de orientar nuestros valores y nuestra conducta desde el autoaprendizaje.
En este taller propondremos a los niños y a las niñas algunos juegos sencillos de atención a los sentidos y a las sensaciones corporales como un paso previo al lenguaje de las emociones básicas, y que es coherente con la propuesta del Modelo RULER sobre Inteligencia emocional de Mayer y Salovey.
Tuvo lugar el día 25 con el siguiente resumen:
Fueron talleres de movimiento consciente y consciencia corporal, que se basan en el concepto principal de que si prestamos atención y curiosidad escuchando al cuerpo, en silencio, se puede aprender a prestar atención a los sentimientos y así localizarlos y ponerles nombre.
Cuando los alumnos se mueven, siendo conscientes de ese movimiento, también pueden aprender a ser conscientes de cómo se sienten en ese momento.
Fueron talleres prácticos donde experimentaron:
A caminar inconsciente y conscientemente, y a respirar, observando cómo se mueve el cuerpo al hacerlo.
A practicar la respiración abdominal, que nos puede ayudar a ordenar nuestras emociones cuando las notemos «revueltas».
Utilizando como ejemplo un cuenco tibetano, los niños experimentaron que ante un mismo sonido o situación, las personas percibimos diferentes emociones…por eso es interesante aprender a identificarlas en nosotros y también en los demás y así favorecer la empatía.
Los alumnos expresaron cómo estos ejercicios les habían ayudado a sentirse más tranquilos y concentrados.